Escrito: Miedos

17:50

¡Hola a todos! Estoy tratando de actualizar todas las reseñas posibles porque no tuve tiempo a lo largo de este mes a postear mucho. Esta vez tengo ganas de compartir un escrito que hice para entrar al concurso de Fundación Telefónica Argentina, pero no fui seleccionada para pasar de ronda (T_T).  Espero que les guste y díganme si me equivoque en algo :P

Canción que use para inspirarme



Miedos

Dicen que el mejor héroe es aquel que su puño es fuerte y que no le tiene miedo a nada.
Pero... ¿Se puede tener miedo y ser un héroe a la vez?  El miedo es algo que no se puede detener. Es algo que nos hace humanos. Algo que nos fortalece y a la vez no. 
El miedo es parte de nuestra existencia.

La bestia se nos planta delante de nosotros. Nos pone los pelos de punta al ver lo peligrosa que parece. Su pelaje está cubierto de tierra y musgo. Sus dientes están podridos y su aliento podría matar a un bosque entero. Nos mira transmitiéndonos que seríamos su cena mientras se lame sus asquerosos labios.
Mi compañera me mira. Telepáticamente me dice que atacáramos, que por el bien de nuestra gente debíamos hacerlo. Yo asiento con la cabeza diciéndole que era lo correcto.
Pero para ser verdad, jamás habíamos combatido con este tipo de bestias. Siempre nos enseñaban con monstruos que estaban adiestrados por los generales de nuestro pueblo.
Mi pueblo es un lugar sin nombre. Somos guerreros de sangre, no deberíamos tenerle miedo a nada. Somos imbatibles y fuertes ante a todo lo que se nos plante. Llevamos pieles de las bestias cazadas en forma de trofeo y sobre la cabeza cascos hechos de sus huesos. Cazar es un oficio en mi pueblo, el que no lo hace es considerado una paria.
Pero con mi compañera éramos principiantes. ¿Qué par de novatos se alzarían y matarían al individuo que podría asesinarlos? Nadie lo creía, pero con mi compañera teníamos demasiada fe que podríamos hacerlo.
La mano de ella busca su espada y en forma rápida la saca de su cinturón. Era de plata blanquecina y en el mango una gema azul brillaba en la poca luminosidad del ambiente. Ella es valiente y muy temeraria.
A mí me cuesta sacarla, estoy con tanto miedo que las manos me tiemblan. Yo soy chico miedoso y débil.
Mi compañera hace una voltereta en el aire y le clava la espada a la temible bestia. El monstruo chilla de dolor, pero aquello no era suficiente. Rápidamente, con una de sus patas, la bestia golpea a mi compañera en la cadera y esta cae malherida en el suelo.
Camino lentamente con la espada entre mis manos que tiemblan como hojas. Mi mente es un nido de miedos y mi corazón palpita fuertemente que juraría que no soy el único en escucharlo. La bestia olfatea el ambiente buscando mi delicioso hedor. Me seco el sudor con mi mano izquierda y limpia esta con mi camiseta.
Mi compañera trata de alzarse. Pero la sangre emana de su pierna. Aunque quisiera hacerlo por honor, jamás lograría matar a esa cosa. Veo un destello en sus ojos y una pequeña lagrima que sale de ellos.
La bestia se acerca hacia a mí y piensa que ya soy parte de su comida. Comienzo a girar en torno a mí y a babearse con su lengua afuera. Causaba terror a su paso y me remueve los sesos.
Entonces, cierro mis ojos y dejo que salga el miedo que me recorre por toda la columna vertebral. Siento un escalofrió interior a causa del terror que poseo. ¿Por qué suelo ser un chico miedoso? ¿Por qué no pelear ante la bestia sin ningún temor?
Toda mi vida me han enseñado que los miedos te hacen débil. Que te hacen distinto. Que te hacen nada.
Yo siempre tuve miedo y lloraba todas las noches en mi habitación. No era como aquellos chicos de mi edad habilidosos que mataban sin cesar. Mi compañera odiaba estar conmigo porque según ella era un mocoso llorón que le temía a todo. Aunque sus palabras eran ciertas a mí me gustaba estar con ella. Me protegía de muchas cosas y siempre me estaba tratando mal por angustiarme.
Pero todo aquello tenía que terminar. Hoy sería un chico nuevo.
Con toda la fuerza que contengo y que finalmente dejo fluir, abro mis ojos y alzo mi espada. Corro como  nunca antes lo había hecho, pero esta vez con una sonrisa en mi rostro.
Cuando estoy a punto de clavarle mi espada sobre su pecho, la bestia con un rápido movimiento me  estampa contra la pared. El dolor que siento palpita en mí. Siento que me estoy desangrando por dentro. Mi nariz y mi cabeza comienzan a sangrar de forma apresurada. Pero yo no me quedo a sanar mis heridas.Adolorido y confundido alzo de nuevo mi espada y me dirijo al combate de nuevo.
Esta vez a la bestia no le fue fácil vencerme. Cada vez que quería herirme yo la frenaba o la esquivaba con mis movimientos. Parecía una especie de baile interminable. Ambos nos sumergimos a una batalla que estaba más allá de los miedos y del honor. Era un combate donde no existíamos más que nosotros.
Siento la sangre caliente corriendo sobre mi piel, el ardor de partes de mi cuerpo y las lágrimas de mis ojos. Siento que soy un complot de emociones. Todo mi miedo esta acumulado en este momento.
Los ojos amarillos de la bestia me miran con odio. Está totalmente agotada de tanto luchar y se escucha su respiración agitada. Necesita devorar mis huesos para calmar su hambre.
Y con un sinfín de posibilidades encuentro su punto ciego. Nos habían enseñado en mi pueblo que si encontrabas el punto ciego de la bestia lo derrotabas de una manera limpia y fácil.
Sus ojos dorados eran su punto ciego.
Moviendo mi espada rápidamente, salto lo más alto que puedo y le clavo mi espada en sus ojos dorados.  La bestia se retuerce de dolor y ahora se encuentra totalmente ciego. Chilla y se golpea contra la pared por lo desorientado que está.
Al ver la oportunidad en el combate le corto la cabeza. Su sangre sale a borbotones de manera extraordinaria. Me ensucia a las botas. Y cuando veo que todo ha terminado vuelvo a guardar la espada.
Una pena terrible me ahoga y comienzo a llorar. Me caigo en el suelo de la tristeza que tengo en mi corazón y en mi ser. Mi mente se convierte en un huracán feroz lleno de dolor.
Hasta que lo entendí todo.

Mi mayor miedo era matar.

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