“—No es mi mejor momento —admití. La verdad es que había un montón de cosas que quería preguntarle, por ejemplo si había experimentado algo raro, como ver a su amigo después de muerto; no podía encontrar las palabras para decirlo sin quedar como un loco. Pero había algo más—. ¿Cuándo mejoró? ¿Cuándo empezaste a sentir que estaba bien, digamos, vivir una vida normal?
No sabía cómo describirle esa mezcla de euforia y culpa que sentía a causa de Astrid, así que ni lo intenté.
—Es una pregunta difícil —dijo, y se sentó en la cama junto a mí—. No fue algo repentino, de un momento a otro. Creo que estuve atravesando todo el circuito de emociones durante un tiempo: traté de actuar normal, yendo al colegio y todo eso, pero no funcionó. Supongo que necesitaba darle un cierre, aunque no era posible porque la única persona que podía decirme por qué todo había salido tan mal estaba muerta. Una vez que hice las paces con esa idea, comencé a ser capaz de pensar en otras cosas. Mudarme también ayudó; necesitaba cierta distancia. ¿Te resulta de ayuda?
—Un poco —dije, y era cierto. No tenía la opción de mudarme, y aunque entendía lo de dar cierre, Hayden había dejado la puerta abierta: prácticamente me dijo que había algo que entender, así que tenía que averiguar qué era.”